Un buen amigo mío en una ocasión, tomando un café me comentaba: “ los humanos solo somos simios especializados”, a lo cual yo le discutía las bondades de la trascendencia del ser humano, su faceta espiritual y trascendente, las expresiones artísticas, la ética, los grandes logros de la humanidad, etc, pero él solo decía: “ desengáñate solo simios..”.
Quien pronunciaba esta afirmación tan categórica es posiblemente una de las autoridades científicas mas importantes en el mundo de la paleontología y la evolución humana, Juan Luis Arsuaga. Y es que Juan Luis, además de su calidad humana y profesional, es un apasionado de la vida y de la investigación. Saco aquí a colación su nombre, porque ha sido uno de los impulsores del Museo de la Evolución Humana de Burgos, que recientemente he visitado y el cual recomiendo con viva intensidad.
Los descubrimientos de Atapuerca llevan facilitando a los investigadores de la evolución humana más de 20 años de satisfacciones y como dice Arsuaga: “Y los años que aun queden, que son muchos”. Eso es cierto, a tenor de que tan sólo se han procedido a una mínima parte de trabajo en las excavaciones y que aún le quedan muchos mas años para tener una visión general de todo el árbol genealógico humano.
El Museo de la Evolución Humana es un museo que merece la pena visitar por varios motivos. El primero de ellos y quizás el más importante es porque tiene expuestos gran parte de los restos óseos de los primeros pobladores europeos descubiertos hasta la actualidad. Estos restos óseos, junto con los de los animales pobladores de la región y el descubrimiento de los utensilios y herramientas de caza y otros, ayudan a recomponer la vida de estos hombres; lo llevó a encontrar, desde los ritos funerarios de la antigüedad, hasta los primeros indicios claros de canibalismo en estos grupos humanos. Toda la primera planta y sótano está dedicada a la reconstrucción de la vida de los primeros pobladores y la exposición de sus restos óseos. Pero otro de los motivos para visitar este museo, es que es el único en nuestro país que aborda de una manera didáctica, amena y pedagójica la teoría de la evolución humana. Muestra de ello es el espacio dedicado a Darwin y a la creación de su teoría evolutiva, basándose en trabajos previos de Lamarck, Wallace e incluso Huxley. Allí se muestra una reproducción a tamaño real del barco que utilizo Darwin en el apasionante viaje a lo largo de los mares, el Beagle, prototipo de las expediciones científicas de los siglos XVIII y XIX.
Por último otro motivo de especial interés de este museo sobre todo para mí, quizá por mi condición de médico, es el espacio dedicado a Santiago Ramón y Cajal y sus estudios sobre el cerebro de los mamíferos. Gracias a los estudios del Nóbel español, por cierto uno de los 10 científicos más citados en revistas de impacto internacional, sabemos lo que sabemos de la estructura, organización y funcionamiento del cerebro humano.
Pueden existir muchos motivos mas para la visita a este museo burgalés, aunque en mi caso, quizás sea la amistad y la admiración que profeso a un gran científico español, premio Príncipe de Asturias y que aun así no me termina de convencer sobre el tema de que los humanos solo somos simios especializados.