En estos últimos tiempos es muy común escuchar hablar de la gestión de casos, pero ¿de dónde viene el término, tal y como hoy en día lo entendemos? ¿Es realmente necesaria esta figura? ¿Por qué pensar en el profesional de Enfermería para esta labor?
Se comienza a hablar de Gestor de Casos en EEUU, primero en salud mental. Aparecen en 1963 y 1964, de la mano de Peplau y Johnson y después se extiende para la atención a personas con situaciones de salud de alto riesgo y alto coste, con el objetivo de mejorar la eficiencia y disminuir la variabilidad. Un enfoque similar se realiza en Inglaterra, Países Bajos, Canadá… donde se ha desarrollado esta figura, que también hemos incorporado en nuestro país. En España, Canarias, Cataluña y Andalucía, por citar alguna Comunidad Autonómica, es frecuente hablar de la Enfermera de Enlace, con una labor fundamental en la atención que reciben los pacientes inmovilizados, terminales, altas hospitalarias y de sus cuidadores.
Son muchas las fronteras que limitan la continuidad asistencial, que habría que eliminar o minimizar para que los servicios ofertados sean efectivos y menos complejos. La evidencia científica ha demostrado que la gestión de los cuidados de las personas con necesidades asistenciales complejas, mejora notablemente cuando hay una persona clave (la enfermera gestora de casos) “coordinando estos cuidados y proporcionando la atención sanitaria”.
Un Gestor de Casos ha de ser un profesional que reúna las siguientes habilidades: a) habilidades comunicacionales: capaz de desarrollar relaciones interpersonales constructivas, con el paciente, la familia, los diferentes profesionales implicados en todos los niveles asistenciales y en los diferentes sectores. Capaz de ser asertivo y empatizar.
b) la capacidad de gestión de un equipo de trabajo, sobre todo en la planificación y organización. Debe trabajar con equipos multidisciplinares, con competencias complementarias y algunas comunes, por tanto siempre debe buscar la cooperación y la colaboración;
c) la negociación: acostumbrada a resolver conflictos y con capacidad de llegar a consensos con relativa rapidez y efectividad. Deben crear un clima de interés mutuo planteando problemas reales y dando soluciones beneficiosas para todos; y d) adaptación a situaciones nuevas y a trabajar con varios profesionales a la vez.
Para hablar de Gestión de Casos es importante revisar la Pirámide de Kaiser (Reino Unido), en la que se entiende 3 niveles de gestión según se clasifican a los pacientes crónicos: La autogestión, en la que el paciente asume su auto-cuidado y en el que la enfermera aporta información, se sitúa como educadora, para aquellos de menor complejidad. Para los pacientes intermedios, para los que la enfermera se ve como entrenadora, dando un tratamiento individualizad, abordando conocimiento, habilidades y sobretodo la actitud y el afrontamiento desde la positividad, acompañando en el proceso, siendo supervisora en el entrenamiento de la autogestión y trabajando el empoderamiento y el liderazgo de los pacientes y su entorno. Y para aquellos pacientes de mayor complejidad aún, la figura del case–management (gestor de casos).
La enfermera gestora de casos ofrece un entorno centrado en la persona y no en la enfermedad, promueve la autonomía como pilar para la recuperación funcional y reincorporación a la comunidad, garantiza el máximo bienestar y minimiza el sufrimiento de pacientes y familiares, fomenta la toma de decisiones compartidas entre profesionales y pacientes, y asegura la continuidad de la atención.
Enfermera y Directora de un centro de salud de la Comunidad Autónoma de Madrid