Nuevamente la reflexión ética está servida en torno a un problema de alta sensibilidad social y moral. El hecho es de una gran trascendencia científica y por lo tanto ética: un grupo de científicos ha dado el primer paso para buscar una posible solución terapéutica a la trisomía 21, comúnmente denominada Síndrome de Down.
Gran logro de la ciencia, que hay que enmarcar en un halo de prudencia y de realismo. Estos científicos han encontrado un gen vinculado al cromosoma sexual X, que parece inhibir los más de 500 genes de un cromosoma 21. Recordemos que el Síndrome de Down surge porque, en vez de existir un par de cromosomas 21, son 3. Vistas así las cosas, parece sencillo: inhibimos un cromosoma 21, con lo cual dejamos funcionantes solo un par y resuelto el problema.
Esta experiencia se ha realizado de manera experimental y sobre una célula con un cromosoma 21 de más, por lo que se debe de ser cauto y prudente y no hacer extrapolaciones demasiado optimistas. Hay que seguir investigando en modelos experimentales superiores.
La «cirugía genética», sin lugar a dudas será un arma fundamental para resolver problemas genéticos en los estadios preconcepcionales, pero de la misma manera, deben llevarse a cabo profundas y pragmáticas reflexiones éticas y morales, a la par que jurídico-legales, para que aseguremos y evitemos manipulaciones genéticas en humanos de dudosa ética.