Los médicos de Atención Primaria nos enfrentamos al cáncer de mama de una manera muy ambivalente, pues los profesionales oscilan entre aquellos que someten a vigilancia a sus pacientes siguiendo protocolos estrictos de control, donde múltiples variables se analizan y estudian, no solo los antecedentes familiares, personales, lactancia, niveles hormonales, etc; y los que se aferran a las evidencias de forma férrea, aunque no tan científicas, amparándose en el riesgo para el propio cáncer de mama de su prueba de cribado: las mamografía. El primer tipo de profesionales, en su mayor parte ginecólogos y médicos de familia, siguen con escrupulosa meticulosidad los protocolos más o menos consensuados, para saber si a la mujer objeto de estudio, se la somete a mamografía y/eco. Existen otra gran parte de profesionales, que con una actitud mas laxa, sólo buscan a aquellas mujeres que tienen antecedentes de familiares de primer grado y en algunos casos, si no presentan sintomatología suelen optar por una actitud más contemplativa, sobre todo en las franjas de edad en las que los consensos no lo son tanto, y cada sociedad científica o grupo de expertos difieren en las conclusiones.
El estudio que os presento a continuación, es un meta-análisis elaborado entre 66 estudios, que nos hablan de qué hacer en caso de que existan sospechas de patología mamaria, a quien hacer mamografía, cómo debe de ser el control y cada cuánto tiempo. La población a la que se refiere son mujeres entre los 40-49 años, edad interesante no sólo a nivel de la patología mamaria, sino por representar una horquilla de edad, donde es bastante frecuente las visitas a consulta por problemas mamarios, no estar claros los protocolos y sin embargo ser una edad de alta prevalencia de la enfermedad, con la angustia que estos hechos producen, no sólo a nosotros como profesionales, sino a nuestras pacientes.
Referencia del artículo: Risk Factors for Breast Cancer for Women Aged 40 to 49 Years: A Systematic Review and Meta-analysis. Heidi D. et als. Ann Intern Med. 2012;156:635-648.
Aunque el artículo hay que estudiarlo con detenimiento y posteriormente, como todos los estudios hay que bajarlo a la realidad de nuestra población y nuestras pacientes, para poder llegar a extrapolarlos, podríamos decir, a grandes rasgos, que ¡mucho ojo con las mamas densas! y más si hay antecedentes de afectación de familiares de primer grado con antecedentes de cáncer de mama. Es posible que estos dos factores sean los de sospecha para hacernos profundizar en el estudio personal, familiar y sin lugar a dudas en el estudio de la mama. Podríamos incluso decir, sobre todo en los tiempos que corren: mamografía como cribado sí, pero más ¡a la carta!; es decir no para todas las pacientes a la misma edad o con la misma periodicidad; sino individualizándola a cada situación.
Es mucho lo que aún queda por hacer en esta patología que, diagnosticada a tiempo, puede salvar la vida de las pacientes. Creo que como médicos de familia deberíamos incrementar nuestra formación y entrenamiento en temas como prevención, aspectos psicosociales, etc. Desgraciadamente, dos buenas amigas mías, médicos, han sufrido sendos cánceres de mama, en el último año y es solo viendo desde la experiencia personal, cercana y afectiva, como uno se da cuenta de qué cosas son las que fallan y dónde deberíamos mejorar, no solo como médicos sino también como personas.
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