El concepto de educación es en la actualidad mucho más amplio en la cronología del individuo, asumiendo que la educación es algo que se debe dar a lo largo de toda la vida. En la parcela de la educación médica, hacemos referencia a toda actividad intencional de aprendizaje, desarrollada sobre una base dinámica, con el propósito de perfeccionar nuestros conocimientos, destrezas y competencias como profesionales de la medicina. Y como tal, solo puede concebirse como un sistema abierto, en continuo desarrollo. Es más, dentro de este sistema formativo se destaca la importante contribución de la práctica profesional como el escenario natural del aprendizaje continuo, pues le aporta una serie de oportunidades para confirmar y actualizar los principios de su formación básica y para mejorar su competencia ante nuevos desarrollos de las enfermedades, nuevos pacientes y nuevos retos.
El modelo de la autoformación se ha convertido en un paradigma en la educación médica, pues es un modelo en el que el sujeto utiliza técnicas y trabaja de forma auto-controlada sobre materiales educacionales para lograr los objetivos formativos previstos. Dentro de las características más importantes de este modelo se encuentran: la separación casi permanente entre el profesor y el estudiante; la influencia de la organización educativa en la planificación y preparación de los materiales y en la aportación de recursos y servicios al estudiante; el uso de medios teóricos para transmitir la información, generando un modelo bidireccional; así como la ausencia casi permanente del aprendizaje en grupo o en relaciones cara a cara, ya que se enseña habitualmente a los sujetos como individuos y no como grupos. Además los desarrollos tecnológicos y nuevas herramientas de comunicación han hecho posible que este paradigma sea cada vez más una realidad.
Y en esta realidad, donde lo que prima es la autonomía en la formación y una “formación a la carta”, ¿qué papel es el que desempeñan los diversos protagonistas en la educación médica?.
La formación que se realiza a lo largo de toda la vida tiene lugar en escenarios muy diversos, desdela Universidad, los Colegios Profesionales, Congresos, Asociaciones Científicas etc. Es decir, es una formación que podríamos llamar “Académica”. Esta formación académica tiene como objetivo fundamental transmitir unos conocimientos, posee un nivel de complejidad alto y se basa fundamentalmente en la investigación propia y en la experiencia de otros. Esta formación es impartida en muchos casos por especialistas y o bien no está enfocada en la mayoría de los casos en problemas del ejercicio cotidiano, o por el contrario, está enfocada en cuestiones clínicas muy complejas, poco realistas y cotidianas.
El nuevo escenario educacional debe encontrar una medida que resuelva el problema, se debe basar en la investigación de otros y la experiencia propia, con un nivel de complejidad bajo. Todo lo expuesto nos hace reflexionar sobre la profunda necesidad de generar programas de Desarrollo Profesional Continuado, donde se pueden aplicar metodologías docentes que vayan encaminadas a mejorar la competencia profesional y donde el peso de la autoformación ó formación autodirigida sea un pilar fundamental de dichos planes. Estos nuevos escenarios docentes nos hacen reflexionar sobre la utilidad de los métodos tradicionales de formación y sobre el papel de las instituciones encargadas de facilitar estos aprendizajes. ¿Están preparadas las instituciones para esta nueva realidad de educación médica?