Si le decimos a alguien que nos ha gustado mucho un libro o una película del humorista Julius Marx, es bastante probable que apenas unos pocos sepan a quien nos estamos refiriendo. Ello nos llevará a explicarle que de quien estamos hablando es de Groucho Marx, con lo que a la imaginación de nuestro interlocutor acudirán la hilarantes y disparatadas comedias de «los hermanos Marx», Groucho, Chico y Harpo. Aunque eran cinco hermanos, tres fueron los que alcanzaron la fama y uno, Groucho, ha sido y será, el máximo exponente del humor inteligente. El auténtico humor se viste con el ropaje de la inteligencia y la sensibilidad.
De todo el mundo es bien sabido que en toda representación teatral, novela o film, es más fácil hacer llorar que reír. Cualquier trama narrativa donde se desnuden las miserias y dramas del ser humano, es fácil que toquen la fibra sensible y el corazón del espectador o del lector, creando una situación de simpatía, que nos lleva a la congoja, a la tristeza y, en definitiva, a que nuestros sentimientos afloren. Esta situación se denomina «sintonía» y se produce de manera espontánea en el ser humano. Esta cualidad tan humana es la base de la solidaridad, la compasión y el altruismo. Pese a ser una cualidad muy humana, no es estrictamente del hombre, pues como han puesto de manifiesto algunos famosos etólogos, forman parte también, aunque en una escala menos desarrollada, de grandes mamíferos que viven en comunidad, como por ejemplo los grandes primates o incluso los delfines. Podríamos aventurarnos a que esta «sintonía», genera cohesión en el grupo, nos hace identificarnos con los demás y, por lo tanto, es una seña de identificación grupal.
Por el contrario, el humor es una cuestión más escurridiza y compleja de explicar, pues intervienen más factores inconscientes, elementos que quizás tengan que ver menos con el mundo de los afectos y mucho más con el entramado interno de la personalidad. En primer lugar existen muchos tipos de humor, pero el verdadero es aquel humor inteligente, sutil, que como una chispa enciende nuestra conciencia y nos hace tener un rápido «despertar». Es darse cuenta de una cuestión de una manera inmediata, algo que toca nuestra realidad y nos desencadena un cortejo súbito de reacciones: la risa, los movimientos espontáneos, la toma de conciencia de una realidad antes no contemplada… En realidad, es como un orgasmo, es una cuestión donde cuerpo y mente se entrelazan en un nudo inseparable, elevando al ser humano a un nuevo estado placentero que tiene que ver con la felicidad. El humor pasa por el inconsciente, es decir, por los estratos profundos del Ser y nunca por la razón, por eso un chiste no puede explicarse, pues pierde todo su encanto. Cuando narramos una situación cómica, es bastante complicado llevar a nuestro interlocutor a una situación de éxtasis.
Hace unos días leí el famoso libro de Groucho Marx «Memorias de un amante sarnoso«, publicado en 1963, donde el célebre cómico nos narra sus múltiples aventuras amorosas y situaciones cotidianas de la vida, como por ejemplo estar invitado a una cena con unos amigos, jugar a las cartas, etc. Este libro es de una inteligencia mordaz e intrépida, y como todo lo que tocaba Julius, delirante hasta el absurdo. Desde la página numero uno, con un ritmo trepidante, se suceden situaciones en las que es imposible no reír, lo cual demuestra una vez mas, la genialidad de este gran filosofo de lo cotidiano que era Groucho-Julius.
Las situaciones cotidianas y absurdas que se suceden en el libro, se convierten en una suerte de estudio antropológico de la vivencia humana, que en múltiples ocasiones nos hace reflexionar y adoptar otro punto de vista que nunca antes habíamos contemplado. Aunque el humor, por lo dicho anteriormente, es muy especial y cada uno tiene el suyo propio, recomiendo encarecidamente este tipo de medicina, es barata, inocua y además suele ser contagiosa, generando una gran situación de felicidad personal y ajena. Con más humor, el mundo iría mejor, reírse de uno mismo es muy sano y tomar la medicina de nuestro médico favorito Groucho-Julius, se hace inevitable. Así que tómese cada 12 horas todos los días a lo largo de toda la existencia, es la mejor manera de combatir esta enfermedad crónica llamada monotonía.
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