Mi primer trabajo de investigación, que pretendía ser mi tesis doctoral, fue uno que versaba sobre las bases bioquímicas de la esquizofrenia y más concretamente sobre las alteraciones de ciertos neurotransmisores cerebrales en estos pacientes, sobre todo la dopamina y la colecistoquinina (CCK). Este estudio me llevó, durante 3 intensos años, a vivir con una beca de investigación de la Universidad Complutense, para llegar a “evidenciar lo que era ya evidente” y es que sí existían alteraciones en la química cerebral. Pero mi interés iba más allá, no sólo lo que se alteraba, sino por qué y en qué se alteraban esas mentes.
Mis lecturas de la ciencia neurocognitiva, las interesantes investigaciones de la Escuela de Palo Alto y más concretamente de Gregory Bateson y los movimientos antipsiquiátricos de David Laing, me llevaron a abandonar ese campo de estudio, para abrazar el apasionante “mundo arquetipal e imaginal” de Jung y Hillman. Algunos dogmáticos asentirán que «abandonando la ciencia».
Y todo ello encuentra hoy más sentido que nunca. Por fin he visto materializado un proyecto innovador en el manejo del paciente psicótico, el primer proyecto integral de una Unidad de Atención Temprana (UAT) al joven con primer brote psicótico, apoyado por el Servicio Madrileño de la Salud y creado por la Fundación Manantial. Se trata del primer proyecto en España de estas características y está encabezado por un joven equipo de psiquiatras, psicólogos, terapeutas y educadores, que pretende, junto a las familias, abordar a los enfermos desde las fases más incipientes y de forma integral, de forma que consiga impactar en el curso evolutivo de la enfermedad, para mitigar los brotes y secuelas. El día de la inauguración del centro sentí como si el destino hubiera querido mostrarme un pequeño guiño…; al fin y al cabo estábamos inaugurando una Unidad, que si yo hubiera continuado con mi actividad y formación en psiquiatría, perfectamente podría haber sido mi lugar de trabajo; desde luego el proyecto no podría haberme atraído más.
Será interesante comprobar el producto de la investigación que surja de este ilusionante proyecto, pero lo más emocionante fue comprobar cómo la madre de un joven nos agradecía no olvidar a los enfermos mentales y preocuparnos por ellos, innovando y buscando nuevos métodos alternativos para impedir su deterioro y marginación. Gracias a las asociaciones y familiares que hacen posible que hoy la UAT a jóvenes y sus familias en la fase inicial de la psicosis, sea una realidad.