En muchas ocasiones me he definido como un individuo omnívoro en la lectura. Soy un gran lector que lee cuanto cae en sus manos, aunque en los últimos tiempos centro mi interés en el ensayo. En estos días he tenido el enorme placer de disfrutar de la lectura de un jugoso libro del pensador Juan Arnau, de formación astrofísico, pero que ha transitado por la filosofía de la ciencia y por las religiones y espiritualidades orientales. El libro se titula “meditación soleada”, un título curioso para un libro que trata sobre el Cosmos y la conciencia. Es difícil explicar con menos palabras y más claridad el texto de Arnau que se mueve entre la espiritualidad hindú, especialmente los Upanishands y la filosofía occidental de la mano de colosos como Bergson y Skolimowski. Estos últimos pensadores que en los últimos años han ocupado mi estudio.
Definir que es una meditación soleada es difícil y fácil a la vez, quizás porque bebe de la filosofía de la No-Dualidad, la filosofía advaita donde toda la existencia es Una y como una representa el UNO, el uno pitagórico, el uno neoplatoniano. Una meditación que da la mano a occidente y oriente, una meditación alegre y viva que recupera el Anima mundi y que Re-aviva y Re-encanta el mundo, para mostrarnos que el Kosmos está vivo y que lo de dentro es igual a lo de afuera siguiendo al maestro Paracelso y que las paredes exteriores del Kosmos son las paredes internas de la mente. El ser humano Re-crea el mundo a cada instante, pues mi mente, mi conciencia representa el todo. Arnau pone de manifiesto que en las grandes tradiciones de la humanidad hay un germen sencillo que a lo largo de milenios ha estado atrapado en sus esencias para tan solo ser vislumbrado en la actualidad por los grandes paradigmas de la ciencia como la cosmología, la física cuántica y la neurobiología.