La voz de Anna Frank, más actual que nunca

Durante estas últimas vacaciones he pasado unos días con mi familia en los Países Bajos, disfrutando del fresquito de los “polders”, sus extensos paisajes verdes y alguna buena, nutritiva y atrevida cerveza. En Ámsterdam tenía planificado, dentro de mi calendario de visitas disfrutar de pintores como Rembrandt, Vermeer y Van Gogh y acudir a la casa donde vivió Anna Frank, y así se cumplió.

Cuando era niño leí por primera vez el “Diario de Anna Frank” y me impresionó que una niña de la misma edad que yo tenía por entonces, (unos 13 años), contara con tanta madurez su experiencia de vivir durante 2 años y 2 meses oculta en unas habitaciones-zulo, detrás de un armario de su casa. Anna, alemana huida a Holanda por ser judía, vive durante dos interminables años con su familia y otros 4 amigos durante la invasión nazi de Amsterdan. Desgraciadamente, fueron atrapados y todos murieron en los campos de exterminio, salvo su padre, que fue quien rescató el diario que su hija escribía día a día en la eterna oscuridad de su cárcel. El libro me impresionó tanto, que cuando mi hija cumplió 13 años, le regalé este mismo libro y a ella también le impacto la vivencia y el texto, que rezuma sensibilidad, imaginación, esperanza y también miedo y dolor. Ahora he podido visitar con mi familia, la casa de Anna Frank en Ámsterdam y mi impacto ha sido si cabe, aún mayor.

Durante mi visita he recorrido en silencio sus aposentos, he respirado su aire y he visto con su luz. Me ha parecido ver las sombras de Anna andar en silencio por las habitaciones y susurrarme al oído alguna broma de una adolescente inteligente y con gran imaginación. En su cuarto, múltiples dibujos y fotografías la decoran. Es la habitación de una adolescente donde se pone de manifiesto sus pasiones, sus ilusiones. En el caso de Anna, su pasión, el arte y el cine. Fotografías de actores y actrices de la época decoran las tristes paredes junto a dibujos y esculturas de Leonardo y Miguel Angel. Anna, estaba enterrada en vida y su pasión por la literatura y el arte mantuvo viva su ilusión, sus esperanzas y sus ganas de vivir. Anna además de su diario, escribió muchos relatos, cuentos y hasta una novela, y la madurez y estructura de los mismos, son dignos de una experimentada y madura escritora. Salimos de su casa, con el alma sobrecogida, con un poso de tristeza y a la vez con el sentimiento de que Anna era un alma grande y que el ser humano es capaz de superar cualquier adversidad. Los psicólogos modernos lo llaman “resiliencia”.

La prensa local de Holanda anuncia las elecciones en una semana y habla sobre el crecimiento de los movimientos nazis, el auge de la extrema derecha, que persigue a cualquier ser humano, animalizando a las personas y los múltiples atentados a la libertad de expresión y de conciencia. ¿Qué está pasando en el mundo?, cómo es posible que miles de personas nieguen el Holocausto, o lo que aun es peor, lo justifiquen. Cómo es posible que se atente con violencia contra los que no son de tu país, tu religión o tu pensamiento, ¿no hemos aprendido nada en tantos años de dolor y sufrimiento?. Pienso que la voz de Anna debe de ser más escuchada que nunca, pero sobretodo, debemos hacer un profundo examen de conciencia, pues la sombra oscura y ponzoñosa de la intolerancia y la violencia se están apoderando de nuestra sociedad. Ahora, más que nunca, hay que luchar contra lo inmoral, lo éticamente deplorable y lo inhumano. El cinismo del ser humano ha llegado a sus más altas cotas y mientras podamos marchar de vacaciones, merendar en la pizzería, comprar nuestra ropa de marca y jugar a la play…, ¿qué más nos  da lo que ocurra en el mundo?. Afortunadamente siempre habrá una Anna Frank para enseñarnos el camino.

Acércate a su historia: