Dentro de los cambios de paradigma de hoy en día, quizás el que resurge con más fuerza, es el paradigma ECOLOGICO, es decir la conciencia de que debemos pensar en cuidar nuestro hogar, este pequeño planeta azul que gira en el inconmensurable espacio o como metafóricamente nos relataba el cosmólogo Carl Sagan en los años 80, “este planeta que es la nave que nos lleva a todos por el espacio”. Las civilizaciones antiguas y muy espacialmente las poblaciones tradicionales que han vivido inmersos en la naturaleza, nos trasladaron un respeto reverencial por la naturaleza y una sacralización de la misma. No hay nada más cerca de Dios, que la propia naturaleza. Así lo pusieron en evidencia los pensadores y escritores románticos o pensadores trascendentalitas como Emerson o Thoreau, nuestro querido inspirador de estos deliciosos paseos. La llegada de la época industrial donde la maquina asumió un lugar de poder y preminencia sobre la naturaleza en general y muy especialmente sobre la naturaleza humana, vino a destronar el papel de” lo vivo” en beneficio de “ lo artificial”, el hombre se convirtió de Homo sapiens sapiens, en hombre Faber, sin reparar en que la verdadera y autentica condición del hombre es se “ Homo imaginilis”, un ser con una importante imaginación que le sitúa a la altura de los dioses y cuya consciencia impregna todo su ser así como participa del universo que contempla.
En los años 60 un químico, entonces poco conocido es contratado por la NASA para estudiar las posibilidades de vida en Marte, es James Lovelock. Lovelock llego a la conclusión de que la tierra en su conjunto tiene una serie de condiciones que propician la vida en la misma y contempla la tierra como un gran ser vivo que autorregula sus condiciones de vida. Apoyada por la bióloga Lynn Margulis, que era esposa de Carl Sagan, dan forma a una hipótesis denominada GAIA en honor de la diosa griega y que fue sugerida a Lovelock por su amigo, el escritor William Golding. La hipótesis Gaia contempla la tierra como un gran ser vivo que autorregula su funcionamiento y donde cada una de las partes de sus ecosistemas están interconectados para mantener un equilibrio y homeostasis que propicie la vida. Según esta hipótesis, en el gran ser vivo que es la tierra, los ríos, mares y lagos serian el sistema circulatorio del planeta, los bosques serían sus pulmones, las montañas serian el esqueleto y los humanos serian una red de consciencias que serían la noosfera o cerebro del planeta. El termino Noosfera fue acuñado por el paleontólogo y sacerdote suizo Theilhard de Chardin que contempla la evolución de la consciencia desde la geosfera del mundo material a la vida que sería la biosfera. Cuando en la vida se produce la consciencia y aparece el pensamiento podemos hablar de noosfera. Esta hipótesis de Theilhard de Chardin esta entroncada con las mitologías ancestrales hindúes y podemos rastrearlas en el pensamiento de Aurobindo y en el mundo occidental en grandes pensadores como Bergson, Arne Naess o Henryk Skolimowski.
Recientemente he presentado en el Congreso de médicos de atención primaria al filósofo Jordi Pigen, que a instancias mía ha sido invitado a dar una conferencia sobre el paradigma de la digitalización y su impacto en el ejercicio de la medicina de familia. Su magnifica disertación verso sobre el peligro de la fascinación del pensamiento tras humanista y la importancia de reivindicar lo verdaderamente humano. Llegando al congreso terminé de disfrutar de su último libro “Así habla la tierra” y recordé la hipótesis Gaia y los planteamientos ecológicos de Theilhard de Chadin, Naess y Skolimowki. En este libro, la tierra habla a una de sus criaturas, el ser humano y le insta a que la cuide, la ame y sobretodo colabore con ella en hacer un mundo mejor. Los ecos del neoplatonismo, de Plotino, de Blake y tantos otros corren por las páginas de Pigen, pero sobretodo y ante todo Jordi nos muestra que aún estamos a tiempo de prestar atención plena a nuestro entorno y reconciliarnos con nuestra verdadera esencia como seres humanos: Ser los protectores y guardianes de nuestro hogar y de todos los seres inanimados y animados que estamos ligados por los lazos de la existencia.