Nos encontramos en la época de la tecnología, la IA, el metaverso y el mundo distópico imperio de las maquinas. Nuestro futuro nos ha alcanzado y muchos de los pensamientos de nuestros autores favoritos de ciencia ficción, como Asimov, Lem, Dick y tantos otros, están en nuestro presente y en nuestro día cotidiano. La máquina ha vencido al espíritu y en este paradigma científico de lo mensurable, lo que no es ciencia no interesa, lo que no se puede medir y no es cualitativo, no forma parte de nuestros planes. Es por ello que las denominadas HUMANIDADES, han ido desapareciendo de nuestros planes de estudio. La importancia de la literatura, la filosofía, la sociología y tantas materias producto de nuestro desarrollo cultural, han perdido peso a favor de la tecnología, la física, la bioquímica y la biología.
Siempre me he opuesto y me opondré a esta desaparición de las humanidades, por estar convencido que las materias que la representan, son lo más genuino del espíritu humano y representan lo que más radicalmente nos hace humanos. Un científico, un tecnólogo sin historia, filosofía, literatura o arte, tan solo será un frio oficiante de cálculo sin alma. En muchas ocasiones hay que recordar que Einstein llegó a su teoría de la relatividad porque la
imaginó y recreó en su mundo imaginario, luego la vistió matemáticamente. Darwin imaginó su teoría evolutiva y luego la probó con sus hallazgos y observaciones. La imaginación y la creatividad forman parte nuclear de la ciencia y estas cualidades tan humanas son sustentadas por las materias humanísticas.
Por todo ello y por muchas más cuestiones que trascienden este pequeño comentario, hago una defensa de la filosofía como forma de educación a la manera que el filósofo francés Pierre Hadot hizo en su famoso libro del mismo título. Para Hadot, así como tantos otros entre los que me encuentro yo mismo, pensamos que la filosofía nos enseña a pensar y razonar con nitidez, así como nos enseña a vivir bien nuestras vidas. Porque la filosofía no es un galimatías conceptual, sesudo de extrañas teorías del lenguaje solo al alcance de los académicos, sino que la filosofía es la guía que nos cambia la percepción del mundo, para ser mejores seres humanos y con ello, construir un mundo mejor. Decía Platón que la filosofía es un aprendizaje del buen morir y por ello, morimos como hemos vivido. Por ello, debemos volver en un eterno retorno a nuestras fuentes, la fuente del conocimiento amparada en un adecuado pensamiento y una nítida percepción de la realidad.
