Suponemos que en pleno siglo XXI, hemos avanzado tanto desde el punto de vista de la tecnología, la ciencia y los derechos humanos, que deberíamos estar a años luz de la intransigencia, la intolerancia y el vandalismo que arrasaron culturas enteras en el pasado. Es una afirmación que no me creo, porque soy de los que opinan que el ser humano y sus viejas pulsiones poco han evolucionado, por mucho que hayamos ido a la luna y hayamos descifrado el código genético.
Esa espantosa caja de los horrores, que cuando estamos comiendo o cenando, nos devuelve a la realidad a través de los noticiarios y telediarios, la otra noche me ofreció unas imágenes perturbadoras. Era la crucifixión que se había realizado a varios fieles iraquíes, por no renunciar a su fe católica.…. O, salvando las diferencias, que las hay, con el acribillamiento de unos periodistas que ofenden a fanáticos religiosos, aludiendo a la libertad de expresión…. O los miles de africanos quemados por sus creencias religiosas. Estos espectáculos dantescos, en pleno siglo XXI, de turbas enloquecidas linchando a sus iguales, por más que sean de diferente raza, religión, país, ideología…. o cuantas diferencias se quieran buscar, me revuelven las tripas y la conciencia.
¿Cómo es posible que las ramas más radicales del Islán desconozcan los Suras del Corán y del propio profeta que llaman al amor a los semejantes, la tolerancia y la armonía en los seres humanos?
Entre las persecuciones de Diocleciano a los Cristianos y los sacrificios salvajes de Nerón y estas imágenes, distan casi 2000 años. La única diferencia es que ahora las imágenes recorren el mundo en apenas unos segundos. La persecución a la que están siendo sometidas las comunidades Cristianas en el Oriente medio, solo puede ser comparada por las escenas más crueles del campo bélico de las guerras más recientes.
Ahora más que nunca la Iglesia Católica y la Ortodoxa deben de confluir para aunarse en la esencia de su mismo tronco y junto al resto de las confesiones, Budista, Judía, etc., instar a las autoridades religiosas Islámicas a que recuperen la esencia de amor y convivencia del Islán.