Hacia una arquitectura humanizada: arquitectura terapéutica

En las últimas décadas el término “Humanizacion”, vinculado a los servicios de salud se ha puesto de “moda”, convirtiéndose en un nuevo paradigma incomprensiblemente actual, cuando la atención prestada en los dispositivos sanitarios se produce de humanos a humanos en un clima deontológico y ético que podríamos considerar y definir de HUMANO. Es bastante probable que esta insistencia en definir la atención como humanizada, se deba al gran avance de lo científico-técnico, y en definitiva de la tecnología que previene al ser humano de que no debe de perder sus características más humanas, sus rasgos más personales. Los nuevos paradigmas tecnológicos y el gran avance que se está produciendo en áreas como la IA, el internet de las cosas o el metaverso, nos configuran un paradigma trashumanista que pone en guardia la dimensión más humanística de los cuidados y nos hace focalizar nuestra atención en las personas en búsqueda de una cierta distancia de la máquina.

Dentro de este nuevo paradigma emergente, cada vez cobra más fuerza, la importancia de las infraestructuras, la arquitectura y en general, los espacios asistenciales, como uno de los elementos fundamentales, que influyen en la experiencia del paciente. Durante muchos siglos, el espacio donde los profesionales sanitarios, especialmente los médicos, han tratado a los pacientes, se ha denominado “espacio terapéutico”, queriendo significar la importancia del espacio para facilitar la sanación y recuperación de los pacientes. Siguiendo con este símil y escalándolo, a todo el edificio y estructura que alberga pacientes, familiares, profesionales, etc., ya sean hospitales, centros de salud o centros socio sanitarios, podemos hablar de arquitectura sanitaria humanizada. Y es que el espacio, como ha quedado demostrado en múltiples estudios psiquiátricos, neuropsicológicos y comportamentales, puede ser sanador o yatrogenico, por afectar de manera directa a la experiencia que tienen las personas de dichos espacios.

Debemos tener en cuenta que los centros sanitarios, son lugares donde acuden enfermos, generalmente con una experiencia negativa por su propio proceso y donde múltiples emociones como la ansiedad, el miedo y la incertidumbre están presentes de una manera muy definitoria. Generalmente los centros sanitarios, suelen ser lugares des-humanizados, grandes, incomodos, estresantes y hostiles a sus visitantes y a los profesionales que trabajan en ellos y generalmente es bastante frecuente que apenas se recoja la experiencia de los pacientes y de los profesionales que habitan en el mismo, cara al diseño de estos espacios y lugares. La arquitectura de los espacios asistenciales debería estar pensada, creada y diseñada para personas que están sometidas a una gran intensidad emocional y tratando de fomentar el conform, el acogimiento, el respeto y la dignidad. Un paciente que acude a un centro donde la arquitectura es yatrogenica, puede trasformar su experiencia en peor aún y tener un sentimiento de mayor soledad y ansiedad. Esa misma persona, si acude a un centro donde la arquitectura es humanizada y agradable, trasforma su experiencia, convirtiéndola en más llevadera, más amable y humana. Ni que decir tiene, que la arquitectura humanizada no solo está pensada para los pacientes y sus familias, sino también para los profesionales que deben de pasar largas jornadas de trabajo sometidos a un intenso estrés y a situaciones de gran tensión emocional.

Desde la Fundacion Humans para la promoción de la Humanizacion de la atención socio-sanitaria, hemos realizado un proyecto sobre Humanizacion de la arquitectura y la ingeniería sanitaria que pretende ser una guía práctica, sobre cómo abordar el diseño, planificación y creación de estructuras sanitarias bajo unos parámetros y estándares de Humanizacion. Esta guía se basa fundamentalmente en los principios fundamentales del humanismo socio-sanitario, que tan bien recogieron autores como Laín Entralgo, Roff Carballo o Diego Gracia. Estos principios Humanísticos aplicados al servicio de la persona enferma y vulnerable, es lo que se denomina Humanizacion. Estos principios están anclados en valores fundamentales como la dignidad, la empatía, la compasión, la tolerancia, la libertad y la eudamonia.

Según ello, podríamos hablar de un “Humanismo arquitectónico”, que vendría a ser la aplicación de estos principios en la creación arquitectónica de espacios sanitarios. Entendiendo estos principios desde la perspectiva de la Humanizacion de la arquitectura ya desarrollada en el siglo pasado por arquitectos como Alvar Aalto y otros, podemos entender el espacio arquitectónico, como un ecosistema sanador que acoge a los que trabajan en él y a los que lo visitan y están enfermos. Estos principios que han sido asumidos por múltiples autores desde entonces, se ponen en relación con lo que algunos denominan “TRIADA DE LA HUMANIZACION ARQUITECTONICA”, que consiste en la conexión, la empatía y la dignidad, y como el diseño tiene que orientarse a estos tres principios.

Garantizar la dignidad cuando se es más vulnerable, es el objetivo principal de una atención humanizada. Para ello tenemos que incluir a todas las personas de una manera clara, determinante y valga la redundancia, inclusiva. Para ello es fundamental garantizar la privacidad, dado que en múltiples ocasiones la persona se encuentra desnuda y expuesta a la vista de profesionales y desconocidos que vulneran esta privacidad. Garantizar una adecuada comunicación con una señalética inclusiva y una buena visibilidad son fundamentales. En cualquier lugar, lo fundamental es tener en cuenta la diversidad humana y la existencia de grupos minoritarios garantizando la igualdad de las personas en los espacios. Para ello, se hace indispensable tener en cuenta la diversidad funcional y cognitiva y garantizar una accesibilidad universal.

Si el trato de los profesionales debe de ser empático, también lo debe de ser la arquitectura para diseñar espacios que influyan positivamente en las personas. Todo lo que sea disimular y “maquillar” la tecnología, generara tranquilidad. El tamaño de los equipamientos sanitarios hay que tratar de minimizarlo con la utilización del color y los revestimientos, huyendo de la frialdad a través de materiales rugosos que trasmitan calidez. De igual manera hay que huir del exceso de equipamientos médicos tratando de integrarlos en el diseño y combatir la soledad, la tristeza y el aburrimiento a través de la utilización del color, huir de diseños monótonos y fomentar el acompañamiento y las relaciones sociales.

En los últimos tiempos se está utilizando el término “Conexión”, para manifestar la vinculación de nuestro cuerpo y nuestro entorno a través del espacio, es decir a través de la arquitectura. En este sentido la importancia de los sentidos como órganos perceptores de la realidad es fundamental, y no solo la vista, sino el resto de los sentidos. El uso de paletas cromáticas limitadas y armónicas, tener espacios ordenados, la reducción de los ruidos ambientales, Las texturas de los mobiliarios, así como su temperatura, como la utilización de fragancias naturales se hace imprescindible. Por ultimo destacar que la biofilia, es decir el vínculo de la naturaleza con el individuo, la utilización de los espacios verdes y las plantas naturales, nos armoniza y genera bienestar psicoafectivo.

Como podemos ver, múltiples son los factores que hacen de la arquitectura un elemento esencial para el cuidado, acompañamiento y curación de las personas que solicitan nuestra ayuda. La participación activa y experiencia directa y proactiva de pacientes, familiares y profesionales es fundamental con los equipos de arquitectura para construir ambientes sanadores y terapéuticos. La utilización de la luz, el silencio, la calidez y la armonía se hacen imprescindibles para humanizar los espacios terapéuticos, como ya hace muchos siglos los grupos hipocráticos definieron con claridad.