Muchos han sido los estudios neurofisiológicos que han puesto de manifiesto que el ser humano tiene una potente herramienta infrautilizada: el cerebro. Los científicos tan solo llegan a vislumbrar un 10% de utilización de la capacidad cerebral. Nuestros cerebros y mentes están muy mal utilizados, posiblemente por el mal o nulo manejo de determinadas zonas cerebrales. En un tema de tanta importancia como es la creatividad, se conoce que es vital la interacción de múltiples zonas cerebrales. En apariencia, la anatomía de un cerebro prodigioso es similar a la de un cerebro normal.
El cerebro de Einstein se lleva estudiando desde hace más de 50 años que aconteció su muerte y tan sólo hace algunos se pudo descubrir que la única y aparente diferencia con cerebros normales es un ligero aumento de la corteza cerebral en determinadas zonas. Por lo demás, todo igual. La tendencia de los cerebros de personas con altos coeficientes intelectuales es que son algo más grandes y pesados, pero ello no marca la diferencia. La discrepancia no es tanto morfológica, como en la arquitectura cerebral, y fundamentalmente en la funcionabilidad de nuestro cerebro. De hecho algunos estudios recientes afirman que el estrés y la depresión producen una disminución del tamaño del cerebro. Y es que los cerebros más capaces funcionan más, mejor y con otras capacidades. Y no me refiero sólo a una mayor memoria, mayor inteligencia y un mejor procesamiento de los procesos cognitivos, sino a una mayor integración psicofísica, unos patrones emocionales más coherentes, una personalidad más sólida y, en definitiva, una mayor integración se todo el Ser.
Por tanto, olvidémonos del tamaño y concentrémonos en hacerlo funcionar bien, y esto no sólo se hace a base de ejercicios de entrenamiento de la memoria, sino de una integración física-psícológica y espiritual.
Mientras te lo planteas, puedes acceder al cerebro de Einstein desde tu iPad