El presente artículo aborda un tema de crucial actualidad, como es la violencia de género y cómo se maneja en el ámbito de la Atención Primaria. Entendemos que la AP es fundamental para detectar y manejar de manera integral los casos de violencia de género, y con ello demostramos una vez más, cómo es mucho lo que aún debemos abordar en el primer nivel asistencial.
Referencia del artículo: Profesionales de AP de Madrid y violencia de pareja hacia la mujer en el año 2010. Rev Esp Salud Pública 2012; 86: 85-99. N.º 1 – Enero-Febrero 2012.
Os presento un artículo realizado en el ámbito de la Atención Primaria del antiguo Área 8 de Madrid. Se trata de un estudio representativo del manejo, planteamientos y percepciones que sobre la violencia de género tenemos los profesionales de la salud, en especial los médicos de familia. La conclusión del estudio es bastante demoledora, aunque muchos seguro ya sospechábamos algo al respecto. La violencia de género sigue estando infradiagnosticada y los médicos de AP no la manejamos de la manera adecuada.
Desde hace muchos años, vengo diciendo a los alumnos de medicina, que aquello en lo que no pensamos, no puede ser diagnósticado. Los médicos tenemos que tener metidas en nuestras cabezas las cuestiones fundamentales en nuestro árbol de decisiones, para poder realizar el diagnostico diferencial y poder descartar determinadas patologías y procesos que pasarían desapercibidos de otra manera. Por otro lado, seguimos sin tener una clara conciencia de las patologías sociales y los problemas psicosociales que acontecen en el ser humano. Ello nos lleva a una situación claramente paradójica: somos los médicos de AP los mejor posicionados para poder llevar acabo actuaciones en temas tan sensibles y complejos como es la violencia de genero, además de ser, junto al personal de enfermería los idóneos para ello, pero por el contrario, nos falta formación, motivación y lo que es peor, sensibilización para hacerlo.
De este artículo se desprende que desde las sociedades científicas de AP se debería articular herramientas formativas, informativas y de sensibilización de los profesionales de la salud, cara a detectar y actuar precozmente sobre estos problemas, implementando los procedimientos adecuados de manejo y derivación. Es evidente que el médico de familia, junto con la enfermera de AP, somos los profesionales mejor posicionados y capacitados para ello, la confianza de los pacientes la tenemos, ahora solo nos falta la confianza en nuestra capacidad y posibilidad de hacerlo.
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