Los medios de comunicación están todos los veranos a la caza y captura de noticias que alimenten los noticiarios y se conviertan en “culebrones veraniegos”. Desgraciadamente la realidad nos ha dado este año titulares dramáticos del catastrófico accidente ferroviario de Santiago de Compostela, donde el descarrilamiento del tren, supuestamente por la negligencia del conductor al ir a muy alta velocidad, ha supuesto la pérdida de 79 vidas y muchos heridos.
Siempre que acontece una catástrofe que siega la vida de muchas personas, nos ocupa la reflexión del por qué se ha producido y yendo más allá, tratando de valorar si los dispositivos de emergencias y urgencias han funcionado de manera adecuada. Mi análisis no contesta estos interrogantes, pues quiero quedarme única y exclusivamente en el dolor de los familiares y amigos.
Me siento afortunado del no haber perdido en el siniestro a ningún ser querido, aunque si he perdido a un conocido y amigo, por lo que mi reflexión no es crítica, sino mas bien metafísica y vivencial. Al poco de producirse la tragedia, los dispositivos de emergencia y urgencias, perfectamente coordinados o así lo parecía, comenzaron las tareas de rescate y evacuación de las víctimas, ayudados por cientos de generosas manos voluntarias de ciudadanos, cuyo único objetivo era salvar vidas. Miles de ciudadanos, se acercaron a donar sangre a los lugares más cercanos y otros tantos, ayudaron con lo que pudieron: mantas, agua, afecto, fortaleza…. Profesionales médicos, psicólogos, bomberos, protección civil…, trabajaron de manera denodada para hacer lo mejor posible su trabajo, más allá de la extenuación y del sacrificio profesional. Murieron 79 personas, pero podrían haberlo hecho muchos más, y si no fue así fue gracias al trabajo coordinado que impidió el festín del ángel de la muerte.
Los noticiarios de todas las cadenas de televisión, radio, prensa escrita y digital, llevan sacando titulares todos los días, desde el primer momento, para buscar “el culpable”. Una vez supuestamente identificado, para buscar “otros motivos”. Ya han inundado las redes sociales, noticias intencionadas y politizadas, sobre cómo los recortes han influido en la mala asistencia a las víctimas, en los problemas de señalización, en los deficientes procedimientos de comunicación…
– Señores, por favor, no politicemos el dolor de las personas, no hagan demagogia barata …, y ayudemos a facilitar el duelo de los desconsolados.
Vaya mi recuerdo a las víctimas, mi pésame a los familiares y amigos y mi reconocimiento a los profesionales y a los voluntarios que han vuelto a humanizar nuestra especie.