Como ya voy peinando canas (aunque preferiría poder peinar más), he vivido grandes etapas de la vida. Mi medio siglo de existencia me ha llevado a vivir muchas Navidades: desde la celebración de la navidad tradicional, con sus villancicos, el calor del hogar, el amor recordado por los que no están, las visitas a los belenes, la magia de los Reyes Magos,… a las navidades de diseño marketiniano, las campañas navideñas que arrasan en Internet, Papa Noel, los abetos de confeti y el delirio electrónico de los niños por el último juego de la ya… ¿Play 4?.
No seré yo quien valore públicamente las distintas etapas de la Navidad, su transformación y metaformosis y sobretodo, la cada vez mayor pérdida de valores de lo auténtico, de la magia y del misterio. En la Navidad se celebra el nacimiento de Jesús hace más de 2000 años en una remota y perdida aldea de Oriente, el nacimiento de Dios hecho carne, persona como nosotros, lo que se denomina la Epifanía. No quiero entrar en disquisiciones teológicas ni religiosas, por ello, este trascendental hecho lo voy a llevar al terreno de la antropología, la mitología y lo verdaderamente humano. La Epifania es la aparición de lo sagrado en el mundo físico, en el mundo de lo fenoménico. Este hecho solo ocurre durante los milagros, pues ambos mundos están separados y concienzudamente vigilados por el Arcángel Miguel, custodio y coordinador de todas las cohortes celestiales y cancerbero que suele impedir la eclosión de lo sagrado en lo físico.
La vida materialista es muy aburrida, sosa y absolutamente gris. Por otro lado, la vida espiritualista es demasiado etérea, mágica y sin arraigo en lo físico. Es por ello que desde poetas como Williams Blake o pensadores como Carl G. Jung, proponen la doble mirada: no todo es material, ni todo espiritual, todo tiene una doble lectura, una doble visión, una doble manera de percibirse.
Yo propongo que el mundo se mire y se perciba con una doble visión, con una doble mirada y mañana, cuando me levante a las 5 de la mañana para acudir a trabajar, no solo sea el rollo rutinario de todos los días, sino que sea un hecho épico, que sea una aventura, donde lo mítico y el misterio llenen cada momento.
La Navidad es la toma de conciencia de que hay otra manera de ver el mundo, que el mundo, que la existencia, es algo más que lo físico que toco; y que es mi elección decidir en qué nivel me muevo y percibo. Yo decididamente prefiero tener una visión dual y por ello quiero creer en la Epifania de lo sagrado en mi vida y sobretodo creer que la magia y el misterio son partes integrantes de la existencia y por ello de mi vida.
No puedo desearte nada mejor para ti que lo que deseo para mí. Te deseo con todo mi afecto, Feliz Navidad y que esta toma de conciencia te ayude a ti y a los tuyos a hacer un mundo mejor. Con todo mi corazón…, y un cachito de mi Navidad…, que compartiré contigo y con todos los míos: nuestro nacimiento casero tradicional.