En estos días la Organización Médica Colegial (OMC) ha anunciado a “bombo y platillo” la puesta en marcha de su proceso de validación periódica para los médicos españoles. Este proceso significa que todo médico debe, de manera voluntaria, acreditar una serie de capacidades que se estiman necesarias para realizar su ejercicio profesional, y que van, desde un informe médico sobre sus facultades mentales, al desempeño de su trabajo, pasando por un informe ético de su “impecabilidad profesional”, y la acreditación de sus competencias profesionales.
En principio aplaudo este proceso, pues los médicos tenemos la obligación ética y profesional de demostrarnos a nosotros mismos y al resto de nuestros conciudadanos, que somos los mejores profesionales para cuidar de su salud. Sin embargo, tengo algunas dudas respecto al “órgano validador” de esta iniciativa.
La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria desarrolló en el año 2008 un ambicioso proyecto de Desarrollo Profesional Continuo (DPC-AP) que facilitaba, de manera voluntaria, que los médicos de familia españoles accedieran a un proceso mentorizado de actualización y mejora de su perfil competencial. Esto conllevaría una recertificación quinquenal, y para ello se establecieron acuerdos con varios colegios profesionales, como el de Córdoba, Pontevedra y Salamanca, existiendo actualmente más de 4000 profesionales que han iniciado su DPC. Este modelo de desarrollo profesional es el imperante en el mundo anglosajón, donde colegios profesionales y sociedades científicas son los garantes del procedimiento.
El proyecto de DPC-AP es el complemento y nucleo fundamental de un proceso de validación periódica de los médicos, como así lo avalan FACME (Federación de Asociaciones Científico Médicas), la Conferenciade Decanos y algunos colegios de médicos de nuestro país. Ha sido financiado por el Ministerio de Sanidad y premiado en numerosas ocasiones, por instituciones de incuestionable rigor como la Fundación Avedis Donabedian. Por eso, no deja de ser curioso y sorprendente que haya sido la OMC la única institución que hizo oídos sordos a este proyecto, pese a habérsele ofrecido de manera gratuita y altruista; que en los tiempos que corren no es un aspecto vanal. El motivo oculto de este sinsentido lo desconozco, aunque puedo atisbar alguna pista.
Dicho lo cual, reitero mi enhorabuena a la OMC por esta iniciativa que contribuirá, sin lugar a dudas, a la mejora del ejercicio profesional de todos los médicos españoles, pues “nuestros pacientes se merecen a los mejores médicos”; y siguiendo las palabras de su Presidente, estoy convencido de que, al igual que propone que todos los que hemos pasado un tiempo fuera del ejercicio asistencial, seamos los primeros en validarnos, ellos mismos den ejemplo siendo pioneros de esta iniciativa, pues “los médicos españoles nos merecemos a los mejores representantes” de nuestra profesión.