El manejo de la anticoagulación profiláctica en pacientes crónicos polimedicados, es todo un reto para cualquier clínico que se precie, pues requiere de control, supervisión y educación al paciente.
No olvidaré, aunque de esto hace muchos años, y por tanto con menos práctica clínica, una paciente mayor anticoagulada con acecumarol, que presentaba un importante flemón dental. Le prescribí un paracetamol junto a una amoxicilina, instándola a que se controlara el índice de INR y que cualquier sospecha de sangrado, hematomas, etc., suspendiera el tratamiento y me consultara. La paciente siguió mis indicaciones al pie de la letra, salvo en un punto, que tras la primera epistaxis y la aparición de hematomas, no suspendió el tratamiento y continuó. Al cabo de 24 horas fue ingresada en la UCI con el diagnostico de discrasia sanguínea. Aquello ocasionó un intento de demanda por parte de los hijos de la paciente, por mala praxis y haberle prescrito un analgésico y un antibiótico. Aquella situación legal, me ocasionó gran pesar, honda preocupación y la posibilidad de realizar varias consultas y revisarme toda la bibliografía científica sobre anticoagulación existente por entonces. Al final todo se resolvió, la paciente mejoró y confirmó mis recomendaciones, pero sobre todo, el registro en la historia clínica de todo el proceso y consignar las indicaciones que le había hecho, fueron mi seguridad legal.
Por suerte, la educación al paciente en este y otros problemas progresa, la medicina avanza y la farmacopea también. Actualmente existe una gran familia de nuevos anticoagulantes orales con mayor margen terapéutico y que, gracias a ellos, se puede alcanzar una mayor seguridad, no requiriendo siquiera de controles sanguíneos del nivel de fármaco o efecto del mismo. Esta importante ventaja, se convierte en su principal problema, pues la adherencia terapéutica es difícil de medir.
Os insto a leer el presente artículo de José Mateo, de la Unidad de Hemostasia y Trombosis, del Hospital de la Santa Cruz de Barcelona, que merece la pena por su claridad y concreción. En España se estiman 13,2/1000 habitantes, los pacientes que consumen este tipo de fármacos, que están indicados fundamentalmente para la prevención de tromboembolia venosa, ictus, en caso de Fibrilación Auricular, valvulopatías y prevención secundaria, tras un síndrome coronario agudo.
Sin duda, aún queda mucho por hacer en el tema de los nuevos anticoagulantes, pero una de las áreas de mayor desarrollo actuales es buscar estrategias de adherencia, para evitar problemas derivados de la falta de cumplimentación.
Referencia del artículo:
Nuevos anticoagulantes orales y su papel en la práctica clínica.
José Mateo. Rev Esp Cardiol.2013; 13(Supl.C) :33-41