Muchas han sido las voces autorizadas que llevan reclamando, desde hace más de una década, que debe de hacerse un aproximación y vertebración del llamado espacio sociosanitario, entendiendo al mismo como la integración de la asistencia y de los dispositivos sanitarios con los sociales, en perfecta coordinación, y basándose en la premisa de que no hay problema sanitario que no entrañe connotaciones sociales, ni tampoco a la inversa.
Durante todo el desarrollo de la Ley General de Sanidad y la última reforma sanitaria, se ha hecho un caso omiso a esta cuestión, parapetándose en la idea de la gran complejidad de lo social y al establecimiento de compartimentos estancos en lo sanitario. La realidad es que existen muchas estructuras y aún más funciones comunes y gran multiplicidad de tareas. Pero al igual que existe duplicidad de funciones semejantes, también hay áreas descubiertas y desprotegidas de competencias, lo que lleva a aparentar una total descoordinación de los dispositivos asistenciales. De todos es sabido que una mayor coordinación impactará en una mayor eficacia y eficiencia en el manejo de los problemas y, lo que es más importante, una mayor satisfacción del ciudadano y de los profesionales, así como un marco más estable y sostenible.
En estos días, el Comité Asesor de la ministra de sanidad se estrenará dando cumplida cuenta de dos procesos: generar el marco conceptual del espacio sociosanitario y abordar la política de recursos humanos; es decir, dos de las muchas cuestiones pendientes que tiene el Gobierno de Ana Mato. Con respecto al marco sociosanitario, es alentador comprobar cómo el vicepresidente de la Comisión Julio Sánchez Fierro, es uno de los mayores expertos en esta materia lo que sin duda es una garantía para que el proceso de análisis se desarrolle de manera adecuada. Pero es evidente que hay que dar un mayor paso hacia adelante que el dado hasta ahora, pues muchos profesionales, instituciones y el propio Sánchez Fierro tiene claros modelos sociosanitarios sobre el papel, es decir teóricos. Y es que, a mi modo de ver, para poder generar un modelo pragmático, eficiente y realista, hay que generar reformas estructurales previas que acondicionen las posibilidades al cambio. Poniendo un ejemplo, no podemos abordar el marco sociosanitario sin generar un cambio estructural en la Atención Primaria de nuestro país, reorientándola hacia un modelo más liberal, donde primen la prevención, la promoción de la salud y la integración de cuidados. Igualmente es difícil contemplar un marco socioeconómico, si la enfermería no adopta un rol más activo en la gestión de casos, o bien se generen acuerdos y consorcios entre la sanidad pública y la privada, o se implementan estudios de corte sanitario en las materias sociales y aspectos sociológicos en los estudios de las profesiones sanitarias. Además, esta situación no podrá llevarse acabo sino existe un intercambio de información a través de la integración de las plataformas informáticas, que faciliten la coordinación en red de todos los dispositivos sociales y sanitarios.
Para concluir, es muy necesario hablar del espacio sociosanitario, tenemos el diagnóstico de los problemas, debilidades y fortalezas, pero una vez más, no podemos generar el enésimo informe sobre el tema, pues lo que se espera de los gobernantes es que asuman con determinación y coherencia los cambios estructurales previos que son fundamentales para poder llevar acabo el tan ansiado proyecto.