Si hay algo que impresiona a todo estudiante de medicina en sus dos primeros años de estudios son las prácticas de disección anatómica. Quizás debido a que somos muy jóvenes, nunca hemos estado en contacto con la muerte y es la primera vez que experimentamos y percibimos el peso de la materia muerta, rompiendo con los ideales juveniles de la belleza, el sexo, la sensualidad y las manifestaciones metafóricas de la vida.
En una reciente visita a mis amigos, los profesores del Departamento de Anatomía de la Universidad Complutense, donde no sólo estudié, sino en la que trabajé como alumno interno, tuve el privilegio de reencontrarme con la muerte; es decir con la sala de disección, donde hace ya muchos años, corté, troceé y escudriñé las entrañas, de lo que antes habían sido seres humanos y que la muerte y el formol, habían terminado convirtiendo en algo parecido a «muñecos de plástico».
Con los años, la perspectiva cambia, y me asalta la frase sempiterna de mi abuelo Francisco, que siempre decía: «no somos nadie, ni ningunos, hoy somos personas y mañana estatuas». Y, viendo los cuerpos preparados en la sala de disección, en sus mesas, tapados con el consabido plástico, pienso que ellos tenían deseos, sentimientos, grandezas y miserias, es más tenían familia, historias, sufrimientos y seguramente se creían los seres mejores y mas maravillosos del mundo. Se sentían, como no, únicos, irrepetibles y ahora, trozos de su cuerpo, sin identidad, eran objeto de estudio y aprendizaje de los estudiantes. Que paradoja y que terrible drama, el del ser humano. Estos «cuerpúsculos», como me gusta a mi llamar, son lo que son y terminan en esta sala, al igual que otros terminan en las llamas o bien podridos por millones de gérmenes que los devoran en sus tumbas. ¿Es esto es la vida?. Me resisto a creer que estos cuerpúsculos, amigos, lo sean todo. Cuando ellos han amado, han perdonado, han tenido una idea sublime, o bien han sido capaces de dar su vida por otros, ¿son sólo cuerpúsculos esperando la sala de disección, las llamas o los gusanos?.
Me niego a creer en el naturalismo a ultranza, el materialismo implacable, me resisto a creer sólo en la materia y a todas luces y aunque sea infantil, prefiero creer en la energía. Einstein, creia en la materia y la energía. Los budistas tibetanos creen en la materia y la energía, todas las grandes religiones, tradiciones y formas elevadas de pensamiento creen en la materia y la energía, yo no creo, yo más bien tengo la necesidad de Sentir que esto es así.