Siempre me he confesado un gran cinéfilo, omnívoro de la gran pantalla, pero con una gran exigencia en cuanto a los gustos, al menos en cuanto a pretensiones personales. Por eso me hubiera gustado que el cine tuviera más cabida en nuestro blog, pero por desgracia la cartelera cinematográfica actual, a mi criterio, deja bastante que desear. Es bastante frecuente que todas las semanas visionar 2 ó 4 films, según el tiempo me permita, y por ello, sobre todo en el fin de semana. Me gusta volver a ver algunos clásicos y trato de seleccionar de la actualidad, aquello que creo pueda merecer la pena. Es frustrante contemplar cómo pasan semanas y semanas sin que apenas logre encontrar, en el panorama actual, algún film que pueda merezca ser clasificado dentro del “séptimo arte”.
Pero hoy me siento afortunado, pues he encontrado una pequeña pepita de oro entre las areniscas del celuloide. No creáis que voy a hablar de una cinta española, basada en la historia real de una tragedia natural, film muy meritorio, con buen oficio y manejando a la perfección las claves emocionales que la describen como “tsunami de emociones”. Y es que, pese a su gran facturación técnica, creo que se está ahogando, nunca mejor traída la metáfora, en su gran mercadotecnia marquetiniana. En este caso, voy a hablar de un aparente y discreto film, dirigido e interpretado por el actor Ben Affleck, “ARGO”.
Argo, está basada también en una historia verídica, acontecida durante la revolución Iraní del Ayatollah Jomeini, en la convulsa Persia de los años 80. Este hecho conmocionó al mundo entero: el personal de la embajada americana en Teherán, es secuestrado por la guardia republicana del Ayatollah y seis funcionarios se escapan y refugian en la casa del embajador canadiense. Los servicios de inteligencia americanos mandan a un agente secreto, Toni Mendes (de origen hispano), para tratar de rescatar a estas seis personas, que ponen en peligro su vida y la de la familia del embajador de Canadá. Aunque la historia acontece durante la administración de Jimmy Carter, estuvo clasificado hasta finales de los años 90.
El film está rodado con ritmo, de una manera muy inteligente, con gran proyección y lectura política e histórica y nos muestra una faceta de Affleck ya destapada en otros films en los que ha actuado como regidor. Creo sinceramente que el séptimo arte está desaprovechando un gran creador, en detrimento de un mediano actor. Ben rescata el cine-denuncia social y política de Alan Pakula o Costa Gavras, que durante muchas décadas nos mostraron verdaderas tesis doctorales de crónica social y política. ¿Quién no recuerda “Todos los hombres del Presidente”, sobre el caso Watergate o “Missing”, sobre la dictadura de Pinochet? Me sorprendo ver en los títulos de crédito que la coproducción está realizada por George Clooney, que también ha abierto su tarro de las esencias con un cine muy similar, como demostró en su último título “Los Idus de Marzo”, también referida en este blog.
En definitiva, no puedo más que recomendar este film a los amantes del cine denuncia, porque nos muestra, nos enseña y ante todo, nos viene a recordar, que el cine es algo más que efectos especiales, que también sirve para reflexionar y aprender… y a veces incluso para ¡salvar vidas humanas!, como es el caso.