Un libro con alma, del y para el alma

 blakeEn alguna ocasión he comentado mi impresión de que el mundo que contemplamos no es la realidad, sino tan solo un espejismo de la misma.

Este fundamento alimenta una película de culto como es MATRIX. Son muchas las ocasiones en las que nuestra percepción se agudiza; o por el contrario, adquirimos otro punto de vista… y ante nuestra conciencia se abre otro mundo.

A algunos, dentro de los que me encuentro, nos gusta hablar de que el mundo material debe de reinventarse y metaforizarse, es decir, abrir las compuertas de lo evidente, para RE-IMAGINAR nuestro mundo e inyectarle poesía, imaginación y alma.

Siempre he tenido ese concepto, pero es cierto que mis estudios de investigación sobre la psicología blake2analítica de Jung y la psicología imaginal de Hillman, fundamentaron y afianzaron mi creencia: el mundo tiene alma. Esta no es una noción nueva; al contrario, es una de las nociones mas ancestrales de la humanidad y la podemos ver desde la época Homérica, Pitágoras, Sócrates y Platón. Posteriormente los neoplatónicos la catapultan para recorrer el Renacimiento (Marcelo Ficino, Pico della Mirándola…) y podemos seguir esta tradición hasta los poetas romanticos, Willian Blake y otros.

Es cierto que esta veta la encuentra en el siglo XX  el psiquiatra Carl Gustav Jung y la trae hasta nuestros días más cercanos James Hillman, fallecido hace alma portada libroahora un año. Pues bien, la tradición continua, y un profesor británico de literatura Patrick Harpur, ha retomado el concepto clásico del ALMA, para brindarnos en su libro “La tradición oculta del alma”, una reactualización de los conceptos que alimentan la tradición occidental desde hace más de 4000 años. Y es que como él mismo dice en su prologo, no hace falta buscar tradiciones ocultas, esotéricas y orientales, para encontrarnos a nosotros mismos,… solo hace falta leer a los clásicos, beber de la tradición occidental y reencontrarse con el ánima mundi.

Os puedo asegurar que después de leer este libro, vuestra forma de contemplar el mundo no será igual y, como decía el poeta Blake “contemplaremos el mundo en un grano de arena”.