Un alegato por el perdón y la amistad

Como se acercan días festivos y de mayor tiempo para el ocio, quiero avanzaros en estos últimos post mi visión ante la filmoteca de actualidad. Hace unos días disfrute con deleite del último film de Benito Zambrano, “Intemperie”. Es una historia ambientada en la posguerra española, en la profunda ruralidad de Andalucía y donde un niño se escapa de la tiranía de su “dueño”, el capataz de la finca donde trabajan sus padres y en su desesperada huida encuentra a un pastor que le protege, le enseña el valor de la amistad y lo que es más importante, le enseña la importancia del perdón.

No quiero centrarme en los valores cinematográficos, que son muchos, sino más bien, en el alegato a favor de la amistad y el perdón. Aun así no quiero dejar pasar la oportunidad de reseñar la colosal interpretación de Luis Tosar (el pastor), ese gran actor capaz de producir temor o ternura según su mimetismo escénico o la capacidad de Zambrano para rodar una película crepuscular, donde los personajes se mimetizan en el escenario escarpado y polvoriento, haciendo que sus caracteres sean producto de la erosión del viento, el frio de las noches a la intemperie y la dureza de unas vidas barojianas en busca de la supervivencia.

Pero el verdadero alegato de este interesante film, es la capacidad del perdón y la amistad en el ser humano, incluso cuando las condiciones no son favorables. Decían los padres de la hesequia de la tebaida egipcia, como Macario el viejo, que «en las heridas del corazón donde no anida el perdón, anida el diablo». Más contemporáneo y científico, Víctor Frankl, aludía que uno de los secretos de su supervivencia a los tres campos de concentración nazis, fue el perdón de sus verdugos. Quizás esto fue lo que le faltó a Primo Levy y de ahí que al cabo de los años sucumbiera al horror y la angustia y optara por quitarse la vida.

Y es que el perdón es imprescindible para que el ser humano integre su dolor y sus miserias en lo más íntimo de su ser y de esa manera poder seguir viviendo con dignidad y humanidad. Como decía Mahatma Gandhi: “El débil no puede perdonar, el perdón es un atributo de los fuertes”.

El perdón no es una cualidad del individuo, es una decisión deliberada que nos hace más libres para crecer en humanidad y enseñar a los demás que existe otro camino al odio y la violencia.